«Un violonchelo sin fronteras», propone la cubana Ana Carla Maza

La violonchelista y cantante de origen cubano Ana Carla Maza realiza su Caribe World Tour, que tocará tierra en México el 12 de junio para una presentación en el Foro La Paz.

Basado en el repertorio de su disco Caribe (2023), rebautizado como Caribe Deluxe, la artista hará un viaje musical por esta región del mundo que incluye desde una cumbia colombiana, un son cubano, hasta un merengue de la República Dominicana, incluso, un tango argentino, todo con la finalidad de celebrar la vida de lo que es la cultura latinoamericana, señala la también compositora a La Jornada.

Para la nueva producción volvió a grabar la voz porque ha habido una evolución en Ana Carla Maza en los pasados años. También, creó nuevos arreglos para las canciones en lo que respecta a las trompetas y los instrumentos de viento: Los volví a mezclar y remasterizar. Ha sido una oportunidad para transformar un disco tan hermoso en algo aun más sabroso, más vivo, con la Ana Carla de hoy que es una mujer resiliente y apasionada. En ello se transmite toda esta energía, alegría y amor.

Artista artesanal

Caribe Delux, pues, es una edición muy cuidada, porque me gusta trabajar como un artista artesanal. Me gusta atender cada detalle. En este viaje musical se ve la riqueza del Caribe, su herencia africana, mestiza, su alegría y fuerza. Quise rendir un homenaje a nuestras raíces, como desde La Habana podemos hablar de Veracruz, Cartagena de Indias y Barranquilla, a través de un Caribe contemporáneo. Desde la tradición a la modernidad. Es un disco lleno de vida, feminidad y libertad. Mientras que Caribe se grabó en París, Caribe Delux se trabajó en Barcelona.

Maza proviene de Guanabacoa, un distrito y población de la provincia de La Habana, y de una familia de músicos. Fue allí donde empezó a estudiar el violonchelo. De niña me enamoré perdidamente del violonchelo desde la primera vez que lo escuché en un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, al que me habían llevado mis padres. Es un instrumento que me transmite la pasión y la conexión con el alma. Hasta el día de hoy es mi mejor amigo y siempre me acompaña a todos lados.

Todos los artistas buscan una identidad propia. En el caso de Maza se trató de romper barreras y proponer un violonchelo sin fronteras. Es decir, un instrumento que fusiona tanto la música clásica con el jazz, una cumbia o un son cubano, además de cantar porque cantaba en el coro de mi madre desde que tenía dos o tres años. Para mí ha sido muy natural expresarme con la voz y tocar el violonchelo. La gira Caribe World Tour parte de pasiones a las que desde niña he dedicado mucho tiempo y sacrificio.

A los 10 años, Ana Carla debutó en el violonchelo al participar en el Festival de Jazz Plaza, invitado por su padre, pianista de origen chileno y compositor de jazz. De su progenitor aprendió el respeto hacia la música, de trabajarla con mucho sacrificio y dedicación. En su país natal tuvo los mejores y más grandes maestros de la música cubana. Su maestra de piano fue Miriam Valdés, la hermana de Chucho Valdés. En la casa siempre había músicos, pintores y autores. El arte era, y es, parte de la vida cotidiana, apunta.

Cuando Maza tenía 12 años su familia se trasladó a España. A los 16 la joven se fue sola a París donde ingresó al Conservatorio y luego a la Universidad de la Sorbona en donde estudió musicología e interpretación superior del violonchelo clásico. Al terminar se dio cuenta que en 20 años de estudios nunca nos habían propuesto el repertorio clásico europeo, ni siquiera obras para violonchelo compuestas por mujer. Decidió, entonces, componer: Hoy mi música la tocamos con orquestas sinfónicas del mundo entero. Es una música latinoamericana con una sensibilidad y un talento femeninos.

La familia paterna de la entrevistada llegó a Cuba originalmente como exiliados chilenos, después de haber estado primero en Francia: Mi abuelo era guerrillero. Su visa le autorizaba a irse del país y nunca más regresar. Fue una historia de resiliencia, valentía, a la vez que de esperanza. Canto esto en mis composiciones también. Todo este dolor que se vivió con el exilio de mi familia. Con todas estas historias tan difíciles, mi música refleja también esta alegría de vivir, porque si hay algo que he aprendido de mis abuelos es que todo esto me representa y lo canto en mis canciones.

Cantar y tocar al mismo tiempo es todo un reto. Tocar el violonchelo es difícil, también cantar. Hacer ambos al mismo tiempo, nos perdemos completamente. No le voy a decir que es magia o talento puro, la verdad es el trabajo. Es el fruto de muchas horas de trabajo. Es un arte de todos los días. Es parte de mi identidad, de mi esencia como artista en el escenario. Además, bailo con el violonchelo, lo siento, lo muevo. Claro, hay que tener la afinación y el ritmo.