Tumban en Francia al primer ministro

París. Los diputados de izquierda y de ultraderecha aprobaron ayer una moción de censura al gobierno del primer ministro francés, Michel Barnier, entre llamados a la dimisión del presidente Emmanuel Macron, lo que sume en una crisis política a la segunda economía de la Unión Europea.

Barnier presentará hoy su dimisión al jefe del Estado en el Palacio del Elíseo.

Con 331 votos a favor, por encima de la mayoría absoluta de 288, la Asamblea Nacional (Cámara baja) puso fin a menos de 100 días de gobierno de Barnier, quien rechazó el presupuesto para 2025.

La censura no afecta directamente al presidente centroderechista de 46 años, cuyo mandato termina en 2027, pero lo debilita, máxime cuando en septiembre decidió nombrar a Barnier en nombre de la estabilidad.

Para salir del callejón sin salida en el que el presidente ha metido al país, sólo queda una solución: ahora pedimos a Macron que se vaya, declaró la diputada Mathilde Panot, del partido de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI).

Sin pedir directamente su dimisión, la líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), Marine Le Pen, llamó a Macron, con quien disputó la presidencia en 2017 y 2022, a pensar si puede continuar en el cargo.

Corresponde a su conciencia decidir si puede sacrificar la acción pública y el destino de Francia a su orgullo. Corresponde a su razón decidir si puede ignorar la evidencia de un repudio popular masivo, subrayó durante el debate en la Asamblea.

El mandatario, quien desde Riad había calificado de política ficción la idea de dimitir antes del final de su segundo mandato, se dirigirá al país en un discurso televisado esta noche, anunció su oficina.

Le Pen aparece en posición de fuerza en los sondeos para alcanzar la presidencia, pero la justicia podría frustrar su ambición si el 31 de marzo decide inhabilitarla durante cinco años, como pide la fiscalía en un caso de malversación de fondos europeos.

El éxito de la moción de censura convirtió al gobierno de Barnier en el más breve de la Quinta República francesa, iniciada en 1958, y en el segundo en caer, tras el de Georges Pompidou en 1962, cuando Charles de Gaulle era presidente.

Sin poder convocar nuevos comicios legislativos hasta julio ni optar a su relección en 2027, el presidente parece dispuesto a nombrar a un nuevo primer ministro rápidamente, incluso antes de las ceremonias de reapertura de Notre Dame previstas el fin de semana, según sus interlocutores.

Pero todavía no hay nada decidido, apuntó el entorno de Macron, a quien tomó dos meses nombrar a Barnier, cuyo partido conservador Los Republicanos (LR) abandonó la oposición para gobernar junto con su alianza centrista en el poder desde 2017.

En una Asamblea Nacional sin mayorías claras y dividida desde julio en tres bloques irreconciliables –izquierda, centroderecha y extrema derecha–, el juego parece ahora más abierto.

Socialistas y ecologistas, miembros del Nuevo Frente Popular, una coalición de partidos, y organizaciones progresistas y de izquierda, abrieron la puerta a acuerdos con la alianza de Macron, pero el ex primer ministro centroderechista Gabriel Attal llamó a los primeros a liberarse antes de sus aliados de LFI.

Le Pen aseguró que dejará trabajar al próximo jefe de gobierno, a quien urgió a construir junto con su partido ultraderechista y la Asamblea un presupuesto aceptable por todos.

La negativa de Barnier a renunciar al retraso de enero a julio de la revalorización de las pensiones en su proyecto de presupuesto para 2025 motivó que la extrema derecha abogara finalmente por censurarlo, pese a lograr varias concesiones.

Con un presupuesto centrado en reducir el gasto público y aumentar temporalmente los impuestos para grandes empresas, el gobierno buscaba reducir el déficit (proyectado en 6.1 por ciento del PIB en 2024) y la deuda pública (112 por ciento del PIB a finales de junio).

Esta moción de censura agrava todo y lo vuelve más difícil, advirtió al término del debate Barnier, quien había apelado a la responsabilidad en un momento económico tenso con la prima de riesgo de la deuda francesa en niveles similares a la de Grecia.

El clima social también es complicado. Hoy está prevista una huelga de funcionarios públicos, mientras continúa la movilización de los agricultores contra un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur.

La inestabilidad en Francia y la crisis de gobierno en Alemania, que condujo a adelantar las elecciones legislativas al 23 de febrero, podrían lastrar, además, a la Unión Europea, cuando Donald Trump se apresta a regresar al poder en Estados Unidos.