Katia Rodríguez es una abogada, activista, madre y víctima de violencia vicaria que, a través de redes sociales, ha levantado la voz para visibilizar su caso y pedir justicia para ella y su hijo Santiago, de 19 años, quien la apuñaló por la espalda a mediados de febrero de este año y podría salir libre de prisión el próximo lunes, esto luego de que los magistrados de la Sala Segunda de Jalisco, reclasificaran el delito de tentativa de feminicidio a lesiones calificadas.
En entrevista con El Heraldo Digital, Katia comentó que teme por su integridad y la de su hijo, quien pasó de ser una víctima a un victimario. Según sus propias palabras, Santiago creció inmerso en un contexto de violencia, en el cual veía cómo su padre violentaba física y sexualmente a su madre.
“Su papá era una persona sumamente violenta, yo lo denuncié muchas veces. Me golpeaba, me ahorcaba, me obligaba a tener relaciones sexuales, me rompió la nariz y más”.
Pese a que Katia se divorció de su expareja, el padre de Santiago continúo ejerciendo violencia en su contra, abusando de que tenía suficiente poder económico para hacerlo; el sujeto se deslindó de pagar la pensión alimenticia, la despojó de su casa y la amenazaba con pelear la custodia de su hijo. La violencia se incrementó cuando la abogada decidió casarse por segunda vez con un reconocido futbolista de Chivas, hecho que molestó a su exmarido: “él era fan del equipo y le dio en su orgullo de macho”.
“Mi hijo debutó, en 2018, en tercera división de Chivas, pero ahí su papá lo volvió a buscar. Logró llevárselo, le compró cosas y más. Una vez cacharon a Santi fumando en Chivas, por lo que lo regañé, desde ahí comenzó a quererme golpear. Entonces su papá se lo llevó, en su casa no tenía reglas y no me permitió verlo por más de un año y medio”.
Cuando Katia se reencontró con su hijo él ya estaba en una situación comprometedora, pues había iniciado a consumir drogas y alcohol, sin que su padre le brindara la atención necesaria para tratar sus adicciones. “Él me buscó para pedirme ayuda porque ya sangraba de la nariz por tanta cocaína que se metía”. Además, presentaba pensamientos suicidas y ansiedad, por lo que la activista llevó a su hijo a una clínica de adicciones, donde permaneció por un tiempo hasta el día de los hechos.
Katia no se defendió por miedo a que su hijo matara a sus hermanitos
Fue el pasado 15 de febrero cuando Santiago atacó a su madre con un cuchillo, en al menos cinco ocasiones, esto luego de que el joven ingresara a su casa bajo el efecto de sustancias nocivas. La agresión inició en la cocina de la casa, pero continuó hasta el garaje de la familia, esto con la intención de que los hijos menores de la abogada no se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo dentro de la vivienda.
“No me defendí nunca, solo me dejaba. No quería que se fueran a despertar los niños para que no fueran a intentar defenderme. Santi me decía que me iba a matar y que después haría lo mismo con ellos, porque no quería que yo lo volviera a meter a rehabilitación. Pensé que iba a matar a sus hermanitos”, detalló Katia. “Las vecinas gritaban porque él me golpeaba en la calle; me ahorcaba, me golpeaba y me desangre mucho. Él tenía como un brote psicótico, se reía y seguía golpeándome”.
Por este crimen, Santiago fue detenido y fue vinculado a proceso, pero su padre consiguió a un equipo de abogados que apelaron la denuncia y consiguieron bajar el delito de tentativa de feminicidio a lesiones calificadas, esto en tan solo dos semanas, hecho que Katia considera corrupto, ya que este tipo de procesos toman más de seis meses y en este caso se hizo en menos de un mes.
Ahora, Katia lucha para que Santiago reciba atención psicológica y tenga una pena por el delito que cometió, ya que teme que si sale libre siga siendo violento y termine siendo un feminicida en el futuro. La activista recalca que su lucha la lleva desde el amor por su hijo, porque quiere salvarlo de un futuro desolador y ayudar a más niños víctimas de violencia vicaria; comenta que a pesar del daño que le hizo Santiago, ella es quien sigue al pendiente de él e incluso le ha llevado la ropa para las audiencias.
“Quiero decirle a Santi que lo amo. Todas (en los colectivos) lo amamos, ellas se sienten sus tías. Quiero que sepa que porque lo amamos no debe volver a lastimar a nadie más. Por más gorda que le caiga yo a la distancia voy a seguir cuidándolo”.
Violencia vicaria detrás de la agresión contra Katia
Luz del Carmen Arredondo, activista del Frente Nacional contra Violencia Vicaria, explica que Katia y Santiago son víctimas de violencia vicaria, un tipo de violencia en el cual los padres utilizan a sus hijos para dañar a sus parejas o exparejas. No obstante, la violencia no sólo afecta a las mujeres, sino también a los menores quienes quedan expuestos a merced de sus progenitores y pueden llegar al extremo de querer agredir a sus madres.
“El movimiento para visibilizar la violencia vicaria surge para cuidar a las mujeres. Cuidarnos a nosotras, para poder salvar a nuestros hijos, pero también para salvar a todas las madres que vienen y a todas las que estuvieron atrás. Es una realidad que este fenómeno ya existía desde hace mucho tiempo atrás; hay relatos de hombres y mujeres que, sin ocupar la palabra violencia, detallan cómo fueron sustraídos por sus padres y alejados de sus madres” comenta Luz del Carmen.
El caso de Katia no es aislado y comparte similitudes con historias de otras mujeres víctimas de violencia vicaria. De acuerdo con la activista “somos muchos colectivos a nivel nacional y en cada colectivo hay cerca de 5 mil mujeres; somos muchísimas las que estamos viviendo esto y no es posible que las autoridades sigan evadiendo el tema porque muchos de los agresores vicarios tienen poder económico (como en el padre de Santiago) o están dentro del mismo poder judicial”.
Luz del Carmen Arredondo coincide con Katia y expone que las principales víctimas de esta violencia son los menores, quienes quedan vulnerables por la lealtad y el amor que sienten por sus propios padres.
En Jalisco, entidad donde ocurrió la agresión en contra de Katia, no se reconoce la violencia vicaria como un delito y no hay leyes que protejan a las madres y a sus hijos. De acuerdo con la activista Luz del Carmen es un tema alarmante que el gobierno del estado clasifique estos casos como violencia doméstica, esto a pesar de que Guadalajara ocupa el segundo lugar de violencia vicaria en el país, solo por debajo del Estado de México.
“Una de las características de la violencia vicaria es el control. Los agresores no quieren soltar el control ni de las mujer ni de los hijos. La mayor parte de los hombres que pelean custodias de menores es para que los cuide la abuela paterna, la nueva pareja o para abandonarlos en internados, pero no es un control para cuidar o disciplinar a los menores”.
Luz del Carmen y Katia también explican que la lealtad que Santiago ha mostrado hacía su progenitor también forma parte de la violencia vicaria. “El exceso de lealtad que tienen los niños con los agresores está estrechamente relacionado con la necesidad de conseguir el amor de sus padres que los han dejado en el abandono. Es similar al síndrome de Estocolmo (cuando la víctima desarrolla un vínculo positivo hacia su abusador), por que no logran ver quien es su agresor”.
En este sentido, la activista del Frente Nacional contra Violencia Vicaria señala que se necesita que las autoridades reconozcan y visibilicen la violencia vicaria no solo contra las mujeres, sino también contra los menores, para que ellos también reciban atención psicológica y no repliquen y normalicen la violencia que ven en sus hogares. “Necesitamos protocolos de atención especializada para proteger a los menores, pero lo primero que se necesita es que reconozca la violencia vicaria como un delito. Urge”.
Por ahora, solo pocos estados reconocen la violencia vicaria y sus leyes, entre ellos Ciudad de México, Morelos, Campeche, Yucatán, Estado de México, Hidalgo y Zacatecas. Ante este panorama Luz del Carmen se dirige ante los menores víctimas, sin saberlo, de violencia vicaria, para enviar un fuerte mensaje de esperanza por parte de todas aquellas madres que siguen luchando para recuperar a sus hijos.
“Hijo, hija, mamá te quiere mucho. Hijo, hija, mamá no te olvida. Hijo, hija, mi amor te sostiene hagas lo que hagas, digas lo que digas. Mi amor es incondicional para ti y voy a estar aquí para cuando tu decidas, para cuando tu puedas. Mamá siempre va estar para ti”.