«Por nosotras, por las que ya no están, por las que nacerán»

Las mujeres no abandonaremos las calles mientras sigamos sufriendo historias de violencias machistas, como hasta ahora ha sucedido, generación tras generación. Tampoco aceptaremos seguir siendo revictimizadas al exigir justicia ante el Poder Judicial que nos falla una y otra vez.

Ayer, más de 200 mil mujeres se volcaron a las calles con esta consigna en la primera marcha del Día Internacional de la Mujer (8M) del sexenio encabezado por una de ellas, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

La cifra difundida por el gobierno de la Ciudad de México confirmó que esta fue la marcha del 8M más numerosa de años recientes. Superó a la de 2024, cuando según cifras oficiales participaron 180 mil manifestantes.

En una jornada de protestas, marchas y convivencia que se extendió por más de 15 horas, miles de jóvenes, niñas, adultas y personas mayores se unieron en defensa de sus derechos y con la demanda de que cesen las violencias de género, las desigualdades y la impunidad.

Desde el amanecer, madres buscadoras, que en conmemoración de este día fundaron el frente Luciérnagas (integrado por familias que llevan años luchando por justicia para sus hijas desaparecidas y asesinadas), denunciaron frente a Palacio Nacional que para los juzgadores nuestras hijas son sólo carpetas de investigación, pero para nosotras son seres amados que con sus ausencias se llevan a toda la familia.

Horas más tarde, en un documento leído en el mismo lugar, una vez que la mayoría de los contingentes llegaron al Zócalo capitalino, la Coordinación 8M, organizadora de la marcha, criticó el hecho de que la impunidad sea mayor a 99 por ciento, ya que sólo hay resolución en 0.6 por ciento de los delitos. Por esa razón, en los casos de feminicidio y desaparición, el trabajo de investigación lo asumen las familias.

¿Por qué los buscamos? Porque sólo nosotras los encontramos.

Alrededor del mediodía, en la glorieta de las mujeres que luchan de Paseo de la Reforma, la cual ha sido el centro de las protestas feministas, colectivos realizaron diversas actividades, y en una de ellas de nuevo fue señalado el Poder Judicial. Magistrados y jueces ardieron en plena avenida, al ser incendiadas representaciones elaboradas en cartón de los impartidores de justicia.

Alrededor de la hoguera, las manifestantes aseguraron que estos juzgadores beneficiaron a sus violentadores y desestimaron sus denuncias. Culpables magistrados federales por quitarme un amparo y dejarme en desprotección, Culpables por desestimar las pruebas de abuso sexual que sufrió nuestra compañera, se leía en algunas cartulinas con fotos y nombres de los juzgadores que vulneraron sus derechos.

Poco después comenzaron a marchar los primeros contingentes entre consignas, batucadas, bailes y bengalas de humo morado. Denunciaron los riesgos que implica confiar en el amor romántico y se solidarizaron con las que ya no están y con las que vendrán. Exigieron terminar con los techos de cristal y respeto a todas las formas de denuncia.

En las pancartas podía leerse Somos el grito de las que ya no están, Si algún día el príncipe se convierte en ogro siempre puedes volver a casa, Tu violencia venía disfrazada de amor, Hoy marcho con mi hija para no marchar mañana por ella.

En el mitin central, aseguraron que “para hacer realidad las frases gubernamentales ‘Es tiempo de mujeres’ y ‘Llegamos todas’, las acciones han de ir más allá del discurso; por lo contrario, será un postulado falso”.

Aunque la mayor parte de la manifestación fue pacífica y sororal, como cada año estuvieron presentes integrantes del bloque negro, que provistas de martillos y pintura en aerosol golpearon insistentemente las vallas que cercaron avenidas como Juárez y Cinco de Mayo.

Entre las avenidas Juárez y Balderas, las integrantes del bloque lograron perforar las tablas de madera de uno de los edificios y rompieron las puertas de cristal del inmueble. Al llegar al Zócalo insistieron en derribar las protecciones metálicas que resguardaban la Catedral Metropolitana y Palacio Nacional sin éxito. Como respuesta, las policías activaron sus extintores para repeler la embestida.

Al concluir la marcha, cientos de mujeres permanecieron por varias horas, hasta la noche, en la plancha del Zócalo, donde prendieron fogatas alimentadas con los carteles que llevaron durante su recorrido. Allí cantaron, bailaron, se abrazaron y reconocieron que esta lucha nos hermana.