La devastación en Adiyaman, la ciudad de Turquía donde laboran los rescatistas mexicanos tras el sismo de 7.8 grados Richter del pasado lunes, supera por mucho a la registrada en la Ciudad de México en 1985, pues además de que hay tres o cuatro veces más edificios colapsados y no hay servicios, narró a La Razón, desde la zona de desastre, Bernardo Aguilar Calvo, director general para Europa de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
“Digamos que, comparado en términos de afectación, si lo habláramos en porcentaje, ¿qué tanto resultaron afectados los edificios en esta ciudad, respecto al sismo del 85? Yo diría que el porcentaje es muchísimo mayor al sismo del 85, en el 85 se cayeron muchos edificios, varios emblemáticos, pero no creo que hayan representado más del cinco por ciento del total de la Ciudad de México.
“Aquí cientos de edificios se destruyeron completamente, probablemente el 20-30 por ciento colapsados, y seguramente el 70 tiene daños estructurales que no permitirán que la gente que vivía ahí regrese; los tendrán que demoler seguramente. La reconstrucción de esta ciudad, pues prácticamente va a ser total o muy, muy cerca de crear una nueva ciudad”, detalló.
En el 85 se cayeron muchos edificios, pero no creo que hayan representado más del 5% del total de la Ciudad de México. Aquí probablemente el 20-30% están colapsados, y seguramente el 70 tiene daños estructurales
Bernardo Aguilar Calvo
Director general para Europa de la SRE
En una entrevista telefónica complicada por el colapso de la infraestructura en este país, Aguilar Calvo, el diplomático mexicano que acompaña las misiones de rescate de las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y Marina (Semar), así como a la Cruz Roja Mexicana, cuenta que en esta ciudad, con cerca de 350 mil habitantes, no hay agua, muy pocos alimentos y lo que llega se debe optimizar.
“No hay, no hay energía eléctrica, no hay agua potable, no hay forma de que alguien se dé un baño. Las personas no han regresado a sus casas todos estos días, han permanecido afuera, están acampando en los camellones enfrente de los edificios donde habitaban, de por sí la gente en este lugar es muy pobre y hoy se quedaron sin nada”, refiere.
En el ambiente hay tristeza, cuenta el diplomático. La gente mantiene la esperanza de encontrar a familiares con vida debajo de los escombros, pero cada hora que pasa se diluyen las oportunidades, incluso en algunos lugares han iniciado la demolición de estructuras que representan un riesgo.
“Algunos edificios ya se están demoliendo donde se advertiría que ya no hay personas que rescatar, es muy, muy difícil la situación, hay mucha tristeza de las familias, muchos tienen la esperanza de encontrar a algún familiar con vida, lo cual cada vez, mientras avanza el tiempo, es más complicado”, añadió.
A pesar de la desolación y la falta de alimentos, hasta ahora no se han presentado saqueos y tampoco hay inseguridad, al menos en la zona donde laboran los rescatistas mexicanos, quienes comparten sus alimentos con la población.
No hay energía eléctrica, no hay agua potable. No hay de hecho, tiendas abiertas, no puedes comprar nada. Las personas están acampando en los camellones enfrente de los edificios donde habitaban
Bernardo Aguilar Calvo
Director general para Europa de la SRE
“No hay de hecho, tiendas abiertas, no puedes comprar nada. La comida que se está dando es gratuita, la está proporcionando el Gobierno en algunos puntos en específico, pero no se ven este tipo de saqueos; nadie quiere entrar a los edificios ni a los comercios, los comercios están vacíos, y los que permanecen en pie están muy dañados. “Hay agua potable que se está brindando a la gente, agua embotellada, nosotros en el campamento, el Ejército se previene muy bien y ellos trajeron comida, están cocinando tres veces al día para la gente del campamento, el contingente mexicano, y también para la ciudadanía, que están en el mismo campamento”, comentó.
Aguilar refiere que la búsqueda, salvamento y rescate de víctimas entre los edificios colapsados es apenas la primera parte, “la siguiente tendría que ser el apoyo con ayuda alimentaria, con víveres, que pueden consistir en comida por supuesto, pañales desechables, ropa –está haciendo mucho, mucho frío–, cobijas, chamarras, gorras, calcetines, bufandas, sábanas.
“La gente se está quedando en campamentos con casas de campañas, lo mismo nosotros, la delegación mexicana se está quedando en un campamento que estamos compartiendo con algunos ciudadanos que perdieron sus casas, ahí relativamente hay poca comida muy, muy básica, pan, agua, galletas, te”, señaló.
Entre la población turca, los rescatistas mexicanos, y sobre todo los perros entrenados, son los más reconocidos y a quienes buscan para pedir ayuda.
Apoyo mexicano
Personal y equipo enviado por nuestro país para labores de rescate.
Sedena: 93 Elementos y 10 binomios caninosSemar: 37Elementos y 2 binomios caninosCruz Roja: 15 Elementos y 4 binomios caninosAdemás: 5 Integrantes de apoyo de la SRE Personal médico, de comunicaciones y de alimentación.
“Se está haciendo lo posible con el equipo de México, hay otros equipos rescatistas aquí hay de Taiwán, de Estados Unidos, hay un grupo de España, pero el equipo mexicano es de los más solicitados, tanto por la unidad de control, que es la que coordina y organiza los trabajos, como por la propia ciudadanía.
“Nos ha tocado que llegan al campamento personas para pedir que vaya una brigada a ayudar, o en la misma calle que se encuentran a los elementos de la Marina o de la Cruz Roja o del Ejército con los binomios caninos, se acercan para para pedir apoyo. De hecho, ahora mismo estamos en un sitio donde se está tratando de localizar a una persona y en eso estamos, éste es el segundo día de trabajo”, relata.
El diplomático reconoce que hay algunas limitaciones de lenguaje, pues los rescatistas no hablan turco y en esa zona casi nadie habla inglés, mucho menos español, por lo que cuentan con dos intérpretes que les ayudan a traducir del español al turco, y del turco al inglés.
“A veces es un problema, porque no siempre pueden estar con todos los rescatistas en todos los frentes. En el centro de control, donde se asignan las diferentes tareas, sí hay gente que habla inglés, entonces ahí no tenemos problemas en comunicarnos. A veces cuando la gente llega a abordarnos directamente, cuando ven a los brigadistas en la calle, pues es un poco complicado entender.
“Pero buscamos la manera, ya sea que localicemos al intérprete o tratamos de entender lo que lo que nos están pidiendo; básicamente nos piden ir a los lugares donde ellos han escuchado algún sonido que estén golpeando paredes, muros, estén rascando, alguna voz. En situaciones como esta, la dificultad del idioma es menor”, consideró el diplomático.