Julio César Chávez Jr. rompe el silencio y revela lo que sufrió en el anexo

Aunque quizá no fue el mismo infierno que vivió su padre, Julio César Chávez Jr. sí se sintió como en el purgatorio durante su rehabilitación de un año en un anexo de Tijuana, del que salió entusiasmado y con ganas de estar bien, aunque reconoce sentirse raro y hasta aburrido de no estar alegre.

Con miras a su pelea de reaparición el próximo 20 de mayo en el Estadio Caliente y tras un video en el que supuestamente se le veía afectado por las drogas en un hospital, aunque no era él, Julio César Chávez Jr. confesó lo difícil que fue estar encerrado en un anexo durante un año entero, en algo que no le desearía ni a su peor enemigo.

Dijo que estuvo precisamente en el anexo donde estuvo su papá, un año y en un proceso de tratamiento que le cayó como balde de agua helada, pues jamás se imaginó Julio César Chávez Jr. estar en un lugar así, pero con el pensamiento de que todo pasa para bien, aunque en un momento dijo en que iba a matar a su padre y a todos los que lo metieron ahí.

Todo esto sufrió Julio César Chávez Jr. en el anexo
“Decidí cambiar y cambiar ya. Salí y salí bien, decidido a continuar con mi carrera, a entrenar bien y bajar de peso así como va. Yo no tomaba. Usaba muchas pastillas para bajar de peso y se me convirtió en un problema, me estaban haciendo daño. Fue algo difícil. El problema no es mi padrino Pepe ni mi papá. Ellos me quieren mucho, pero cuando uno entra al anexo cambian las reglas. Es comer juntos lo que hay, dormir todo juntos. Es un tratamiento de egorreducción en el que no hay nada que alimente tu ego, con lo que te sientas cómodo… El chiste es que te sientas incómodo para que puedas valorar todo lo que no valoraste. Allá no hay nada bonito”, indicó.

En entrevista con Marco Antonio Barrera para ‘Un Round Más’, reconoció que estar un año fue mucho tiempo, pero lo aguantó y aquí está bien, echándole ganas y entrenando, aunque reconoció que a veces se siente raro porque es aburrido no andar alegre y extraña, se aburre de estar bien: “Me decía que quizá ya hasta estaba muerto y que eso era el purgatorio. Era algo increíble, algo que no te puedes imaginar, soportando el olor a patas y todo eso”.

Por ello, asegura, lo que más extrañaba era estar solo, a gusto, viendo la tele, comiendo lo que él quisiera. No ver a nadie luego de estar con 100 personas todo el día, escuchándolos, oliéndolos, pero de algo sirvió porque para valorar la luz hay que estar en la oscuridad: “Me siento orgulloso porque aguanté así como va y luego de un año acá estoy. Fue una pelea ganada en la que comencé a ganármelo todo, hasta mi salida. Esto fue algo que me pasó, pero lo pasado pisado y ya. Ahora hay que darle para adelante”, concluyó.