CIUDAD DE MÉXICO.
Hey Arnold! fue, sin temor a equivocarme, la caricatura que más me marcó. Independientemente de la estructura con la que fue construida, los personajes, escenarios y situaciones retratadas, las odiseas de Arnold y sus amigos se convirtieron en un referente de muchos compañeros que, a pesar de la llegada de nuevos mecanismos de entretenimiento, aún disfrutábamos de la diversión urbana en la jungla de concreto.
Abiertamente puedo reconocer un fetiche bastante extraño con Ruth, y una empatía con ciertos personajes: su forma de pensar, atuendos, ideología, etc. Comprendo los antojos de Harold, a pesar de sus prácticas religiosas, y la apatía del señor Oskar Kokoschka, quien lleva con exactitud el mismo nombre de un pintor de origen austriaco de maravillosos trazos.