Cierre de fronteras pega a venezolanos: estacionados aquí, al alza y ante riesgos

La política migratoria puesta en marcha por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha incrementado la concentración de migrantes venezolanos en México, quienes enfrentan altos riesgos de explotación en el país.

Desde antes de que Trump empezara a poner en práctica su política de sellamiento de la frontera y deportaciones masivas, ya se presentaba un crecimiento exponencial de los flujos de Venezuela hacia México, un fenómeno que, según especialistas, se prevé que se dispare aún más en las próximas semanas.

  •  El Dato: Para evitar la migración de Venezuela, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció que los repatriados recibirían 110 dólares por 6 meses.

Tan sólo de enero a agosto del año pasado —el corte más reciente—, 266 mil 846 venezolanos entraron de manera irregular al país, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), mientras que 52 mil 948 lo hicieron en el mismo lapso del 2021, lo que representa un alza de 403.9 por ciento del flujo en tres años, de esta población.

Algunos, muy pocos, han tenido la suerte de contar con apoyo de amigos o familiares que ya vivían en la Ciudad de México, y que les han ayudado a poner pequeños negocios.

Es el caso de una familia que abrió una verdulería en la colonia Federal de la alcaldía Venustiano Carranza; y de otra, en la misma colonia, que puso una fonda en donde ofrece las clásicas arepas.

Pero la gran mayoría de migrantes venezolanos no tiene la misma fortuna. En la Central de Abasto de Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, hay un sinfín de migrantes originarios de este país que trabajan en bodegas, carnicerías, verdulerías y otro tipo de negocios.

Muchos otros son cargadores pero, de acuerdo con testimonios recogidos por este medio, ganan menos que los mexicanos que hacen lo mismo.

El escenario se repite en diversos autolavados, como uno ubicado en la colonia San Bartolo Tenayuca, en el municipio de Tlalnepantla; o el que está en la colonia Fraccionamiento Industrial, del municipio de Naucalpan, ambos en el Edomex.

En éstos y otros negocios de este tipo abundan los lavadores de origen venezolano y de otras nacionalidades, quienes decidieron establecerse en el país, ante la dificultad para avanzar hacia Estados Unidos, que era su intención original.

Este fenómeno también se refleja en la alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, donde, según registros de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social de la Ciudad de México (Sibiso), los campamentos de migrantes venezolanos en la denominada “Pequeña Venezuela” aumentaron de 109 en 2023 a 412 en 2024, lo que representa un incremento del 277.9 por ciento en tan solo un año.

  • El Tip: El INM detectó entre el 2018 y el 2023 a 160 personas migrantes de diversas nacionalidades como víctimas de trata, de las que 89 eran mujeres.

Además, la Sibiso capitalina atendió a mil 691 venezolanos en el 2023, lo que representa un aumento de mil 200 por ciento en dos años, ya que en el 2021 la cifra de migrantes venezolanos atendidos fue de 130, según los registros.

La mayoría de migrantes llega a la “Pequeña Venezuela”, ubicada en la Plaza de la Soledad, sin dinero, lo que ha provocado que muchas mujeres sean víctimas de explotación sexual en el lugar.

La situación que enfrentan las mujeres en esta zona quedó al descubierto tras las diligencias realizadas por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México en un inmueble ubicado en las calles Juan Aldama y Pedro Moreno, en agosto de 2024.

Estas acciones formaron parte de la investigación por el feminicidio de Suse y Stephanie, dos jóvenes venezolanas cuyos cuerpos fueron hallados en la zona de Topilejo, en la alcaldía Tlalpan.

Durante un recorrido, una joven indígena wayuu aceptó platicar, pero pidió no ser audiograbada: “Ni la voz, por favor. Si me escucha el señor, no me va bien; ellos no quieren que hablemos con nadie. Yo hablo a escondidas porque quiero seguir estudiando y salir de esto”, expresó con la voz entrecortada”.

De piel pálida, la adolescente lucía un labial rojo brillante y vestía un short desgarrado, además de unos tenis fluorescentes. De manera agitada, describió cuando se fue de Venezuela: “Me salí con mi mamá a los 11 años, ella tenía problemas de salud y al año que llegamos se murió. Por ayuda de unos amigos me fui a la ‘Pequeña Venezuela’, aquí cerca. Apenas llevo un año trabajando en esto, vienen señores de todo tipo; a mí me ofrecieron esto y no veo qué otra (alternativa) tenga”.

Al preguntarle cómo es que fue invitada a ser trabajadora sexual, comentó: “No te puedo decir, no dejan hablar, pero tal vez otro día (te diga)”. Suspiró y comentó que se debía ir, porque no quería que la vieran platicar.

En la esquina opuesta a donde se encontraba, un anuncio gigante de las autoridades ejemplifica cómo hacer una señal de denuncia en caso de estar sufriendo violencia, pero la adolescente pasa desapercibida para la gran mayoría de personas que atraviesan el lugar.

Para Arely García, abogada feminista y quien brinda asesoramiento a mujeres en situación de violencia, el problema escaló porque la “Pequeña Venezuela” está muy cercana a lugares donde históricamente se ha ejercido la prostitución.

“Son lugares que tienen fama desde siempre por trata; por algunos pesos captan jovencitas. El tema de las chicas de Venezuela es triste, porque muchas de ellas llegan sin ningún tipo de estudio y toman la elección más fácil”, dijo en entrevista con La Razón.

La también activista expuso que muchas mujeres venezolanas se han instalado en lo que antes eran hoteles de paso y hoy funcionan como estancias de acogida, aunque el fenómeno se extiende a otras colonias como Buenavista y Santa María la Ribera, pero también a ciudades como Querétaro o incluso en la frontera norte del país.

La abogada Arely García relató que muchas chicas le han dicho que ya no quieren irse del país, pues han encontrado una forma de vivir aquí. “Algunas, incluso con todo y que trabajan en ese oficio y que ingresaron, quizá, obligadas, piensan en estudiar”, dijo.