Ante la proximidad del crudo invierno de Chicago, en Estados Unidos, las autoridades locales luchan contra reloj para proveer de alojamiento a miles de migrantes, albergados precariamente, que han saturado la capacidad de respuesta de la ciudad, que afronta una crisis humanitaria sin fin.
Según cifras de la Alcaldía y organizaciones civiles de ayuda, de un total de 23 mil personas que llegaron huyendo de la violencia y el colapso económico durante el último año, todavía quedan varios miles que viven en carpas y campamentos improvisados frente a estaciones de policía o en el aeropuerto O’Hare.